jueves, 3 de septiembre de 2009

Perder el tiempo, o no

-¿Realmente no llegaré nunca a comprender nada?
Quiero decir, nada de lo que realmente importa, de lo que realmente me importa.

¿No entenderé jamás por qué lo que más amas puede ser lo que más te puede herir?
¿Que lo que más te gusta es lo que más te podría perjudicar?
¿Que la cercanía o la aproximación pueden llegar a estar tan lejos como el mismísimo infinito?
¿Que lo que tienes puede no ser lo que verdaderamente quieres?
¿Qué lo que de verdad quieres podría tampoco ser lo que necesitas?

Cuánta pregunta, ¿verdad?

¿Le dejé aturullado?


-No. En absoluto.
Todo lo contrario.
No termino de creer que esto que me pregunta pueda llegar a atormentarle sobremanera.

Sin embargo, si me lo permite, intentaré mostrarle cómo dejar de estar tan angustiado.

A mi lo que me tendría apenado sería el no encontrar nada que amar, el no sentir los innumerables placeres que nos pueden ofrecer las cosas que nos gustan, el no poder acercarme con ilusión, o alejarme con decisión, el no ser capaz de encontrar y conseguir lo que quiero, el no tener la capacidad de distinguir si lo que quiero es lo que necesito.

¿Qué me dice?
¿Tiene más preguntas?

-No, quizá otro día, creo que hoy tengo muchas cosas que hacer.