jueves, 21 de enero de 2010

Cada noche

Vuelvo a ver la redifusión del programa de la tarde.
Ya es de madrugada, debería acostarme si mañana quiero aprovechar el día, pero qué más da, no creo que esta incómoda tos me permita dormir en toda la noche.

Pensándolo bien, me doy cuenta de que la tos tampoco me va a permitir reescuchar el programa.
En realidad tampoco me importa, no tiene sentido ni verlo ni escucharlo de nuevo.

Me fumaré un cigarro, me tomaré la medicina y me iré a la cama en cuanto termine con esto.

Me siento como una niña. Con tos de vieja, pero como una niña.

Acabo de enamorarme de un vampiro.

Y sigo pensando en aprovechar el día de mañana.

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